Matilda «El Río y su Continuidad»

Publicado: 23/10/2016 en Uncategorized
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Llega un punto en la historia de todo grupo que la madurez es inminente. Hay un corte. Un momento de inflexión. Una barrera. Un puente atravesado donde ya no hay vuelta atrás y que ya la juventud irreverente, exploradora e inconformista de esos primeros discos deja paso a una música establecida, perfecta y redonda, obra de artistas que ya saben lo que quieren, lo que hacen y que conocen su lugar dentro de la cultura.

Estos es justamente lo que sucedió con un grupo como Matilda. Desde aquel ya lejano “Tres corazones rotos y un ordenador” de una fecha tan (pre)histórica como diciembre del 2001, pasaron por un camino que los llevó a evolucionar desde canciones de “electro-protesta” a un disco lleno de letras existencialistas como “El Río y su Continuidad”, su quinto álbum de estudio.

El dúo de Ignacio Molinos y Juan Manuel Godoy no sólo perfeccionaron su sonido y redondearon su música, sino que parece haber llegado a un punto donde sus líricas dejaron de ser tan directas para pasar a ver el mundo que los rodea con la mirada existencialista del extrañado. Cuando antes apuntaban toda su expresión contra la banalidad materialista y comercial, ahora parecen sentarse a mirar el río (y la vida) continuar su curso sin detenerse. (Tenemos la información que el nacimiento de la hija de Godoy tuvo mucho que ver con esta «maduración» conceptual en las letras como se explica aquí.)

El disco comienza con el track que le da nombre. Detrás de efectos hipnóticos, un tranquilo punteo de viola introduce una canción que transmite calma y paz, pero sin olvidarse del groove que lo hace ideal para el baile. Matilda durante casi una década mantuvo la idea de hacer bailar y pensar la cabeza de sus oyentes. Y en este caso ocurre algo parecido, solo que no parece haber un concepto específico, y los cañones no están apuntados hacia algún blanco en particular.

Por su carácter de electropop, temas como «Un Amor» son sexualmente sugestivos, aunque no sea esa la intención. La cuestión con todo «El Río y su Continuidad» es que las diversas capas de interpretaciones que se derivan de cada escucha son tan amplias que cualquier sensación es válida. O por lo menos así pareciera serlo. Esta canción en particular bien puede sonar en un boliche caliente de madrugada como en una radio pre-adolescente a la salida del colegio. Y ninguna de las dos variantes sonaría desubicada.

«Cuestión Particular» es la más adulta-hot del disco («Porque estamos en la cama/porque no hay televisión/ porque el tiempo que se pasa se acabó»); «Sartre en la TV» a la vez es la más filosófica («Qué es lo que vamos a hacer con lo que nos hicieron los ancestros»). Matilda ya tiene muchos caminos desandados en la escena pop rosarina, por lo que bandas como Indios, o quizás los cordobeses de Rayos Laser, se encuentran hermanados con el dúo.

Y aunque quizás «El Río y su Continuidad» para algunos no llegue a la altura de «Para ser Movimiento», ese épico álbum del 2008, no deja de tener su magia. Las canciones, como dijimos, están llenas de vida y de doble sentidos. Es un disco para disfrutar, bailar, pero también para escuchar de forma calma. Eso es Matilda, una auténtica escuela de la «ciudad de la trova» y del Pop argentino. Siempre auto-gestivo, siempre «emergente», pero a esta altura unos verdaderos referentes escondidos de la música nacional. Es tiempo de reconocer que la música puede ser pegadiza y «radial» pero sin dejar la experimentación atrás. Y también es tiempo de encontrar en la madurez creativa de Matilda, una fuente inagotable de sensaciones.

Por Renzo Cavanna – re.cavanna@gmail.com

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