Muchos analistas del rock opinan que la vida util de una banda no puede ser superior a los diez años. Que luego de ese tiempo toda producción es de relleno. Bueno, esta afirmación bien puede ser injusta, aunque tiene algo de verdad. Los mejores trabajos de los mejores grupos se concentran en sus primeros diez años, (salvo algunas excepciones, se me ocurre In Rainbows de Radiohead, por ejemplo). Pero no dejan de tener su valor aquellas que pertenecen al periodo de mayor madurez del artista.
Estos pensamientos sirven para introducir a una banda que se formó a comienzos de la década pasada, y que representa una referencia en el rock marplatense. Se trata de Científicos del Palo, grupo que desde sus inicios llamó la atención de la crítica y de los profesionales del género, como Ricardo Mollo, que fue su mentor y lo sigue siendo. Un Power Trio que supo publicar joyas imposibles de superar, como «La Histeria Argentina» (literalmente un tratado de historia hecho Rock) y «Gorilophenia» o el arte de tirarle palos a los enemigos del pueblo.
Y en el 2015, ya en un plano de madurez artística, deciden sacar su quinto disco llamado «El Maravilloso Mundo Animal». Un disco sobrio, completo, sin tanto concepto, pero una clara intención: estar dedicado a Emma San Martín, la hija del guitarrista y cantante de la banda, Pepo San Martín. Las canciones, en su mayoría, son consejos, enseñanzas, lecciones y demostraciones del mundo dirigido a una niña de cinco años. De hecho, las iniciales del álbum son nada más ni nada menos que las letras que conforman el nombre de EMMA.
Y musicalmente hablando, los temas publicados por San Martín (voz y guitarra), «Popete» Andere (bajo) y Sebastián Quintanilla (batería) son más densos que discos anteriores. Pero también más compactos, y con un sonido claro y conciso. Nótese que es el primero de los Científicos en grabarse en un estudio de la profesionalidad de ION. Por demás, una multitud de músicos que embellecieron las últimas dos décadas, desfilan por cada uno de los temas de EMMA, demostrando también el status conseguido por la banda en su historia.
«Prólogo» es el tema más tierno de toda la discografía de Científicos del Palo, con la voz de la susodicha Emma San Martín abriendo el álbum. Luego, una cantidad de temas oscuros que haya su mejor ejemplo en «Querer y Saber», con mucho groove, y aporte de Pepe Céspedes (bajista de la Bersuit) en la acústica. El bajo tiene mucha participación, haciendo que los temas tengan una tensión extraña. Pepo dijo en algunas notas que quiso representar el peligro del mundo en la música, y se nota mucho. Más en canciones que tienen su propio brillo y coherencia casi pop, como los vientos en «Las dos mitades» y «Mantenerse en el camino» (con la voz de Pablo Pino, cantante de Cielo Razzo).
El propio Mollo aporta vocales en el tema que da nombre al disco. Una canción que bien puede ser un acusticazo, o un palo de Stoner Rock. «Nada es lo que parece, de lejos brilla y de cerca se oscurece», dicen enumerando las maravillas y bestialidades que tiene el mundo que conocerá Emma en un futuro. Por supuesto, que el disco tiene guardado joyitas como la «Milonga de la Abundancia», con acordeones de Valentín Scagliola (Los Caligaris), donde básicamente ponen a Shaquira, Alejandro Sanz y Montaner como muñecos de la derecha latinoamericana.
Y así también pasan Balde de Kapanga, haciendo voces extrañas en «El Gran Depredador»; Lisandro Aristimuño en «Viví ahora o calla para siempre» y, por supuesto, Catriel Ciavarella (batería de Divididos) en «El que más dispara». Científicos del Palo puede haber marcado una época en su ciudad o en el llamado Rock Nacional, pero lo cierto es que les llegó el momento de sentar cabeza y de no hacer más discos sucios y desprolijos como aquel lejano «Ante todo…buenas tardes!» (2004). Y para nosotros los oyentes, ver pasar ante nuestro oídos tal cantidad de personajes nos hace pensar en que el verdadero y maravilloso mundo animal es toda esa fauna reunida por los Científicos. Que aunque sepamos que toda su mejor época ya pasó, sabemos que son mejores músicos que cualquiera y que disfrutarán de hacer lo que les gusta, que son los discos de música, hasta morir, y ese es el mejor ejemplo que todos nosotros le podemos dejar a Emma. Ser lo que uno quiere ser.
Por Renzo Cavanna – re.cavanna@gmail.com
El Rock Perdido 